Querida comunidad de BAO:
Como
antesala al Safari Audiovisual a desarrollarse el sábado 29 de marzo, por el
pintoresco y siempre repleto de sorpresas barrio porteño de San Telmo,
decidimos compartir con ustedes una serie de lugares no tan comunes que,
creemos, los ayudarán a ir entrando en clima con nuestra propuesta. ¡Esperamos sus comentarios!
El Zanjón:
La puerta
principal no deja lugar a sospechas. Sin siquiera un cartel indicador, el
frente despojado del edificio de dos plantas de la calle Defensa apenas resulta
uno más entre las fachadas recicladas de San Telmo. El panorama gana en matices
y misterios puertas adentro, en cada rincón del complejo El Zanjón de Granados. Detrás de la puerta de hierro se esconde el
apasionante relato de más de tres siglos de historia de Buenos Aires, rescatado
en 1985 por un visionario vecino de San Telmo. Cuando adquirió la propiedad,
apostaba a que el casco histórico algún día fuese valorado por su riqueza
patrimonial. Finalmente el tiempo le dio la razón.
Sin proponérselo, tras remover 4 metros de escombros más de cuatro siglos más tarde, el actual propietario se dio de lleno con un invalorable tesoro arqueológico: la casa está asentada sobre 1.500 metros cuadrados de túneles del arroyo olvidado después de su entubamiento, en 1860.
Visitar el
Zanjón nos permite cuestionar los alcances, tanto a nivel privado como público,
en cuanto a las acciones que se pueden encarar a favor de la conservación. Actualmente
el Zanjón y sus túneles sirven como
salas de exposición y de eventos. Al comenzar la limpieza del terreno, su
propietario, se encontró con túneles, cimientos, pisos y tanques cisterna de
antiguos aljibes y otros artículos que pertenecían a una antigua Buenos Aires. Muchos
de los utensilios encontrados en El Zanjón hoy expuestos en sus salas datan del
1700, como ladrillos antiguos, pipas, recipientes, pedazos de azulejos,
cepillos, frascos, etc.
En su
restauración se buscó una conciliación entre el pasado y el presente y para
ello se adoptó un criterio de acción que fuese acorde con la lectura que
intentaban dar de los trabajos de restauración. Pero lo más interesante de El
Zanjón son, acaso, sus túneles. Se cree que a través de ellos se podía llegar hasta
la 9 de Julio. En la actualidad, los que alberga El Zanjón siguen estando
comunicados con los terrenos linderos.
La Casa Mínima:
Se trata de una
estrecha vivienda ubicada entre las calles Balcarce y Defensa, en el Pasaje San
Lorenzo, al 380. Es la casa más angosta de Buenos Aires. Muchos la conocen
también como la "casa del liberto”. Según cuenta la leyenda, perteneció en realidad
a un ex esclavo liberto quien fue liberado al proclamarse la ley de la libertad
de vientres en 1813. Su ex amo le habría otorgado un pequeño lugar en donde
vivir, y ese sería el origen de la casa “mínima”.
Sin embargo,
parece ser que la verdadera historia es bien distinta y mucho más prosaica: la
casa, si bien es de principios del siglo XIX , no es más que un espacio
residual de la edificación que perteneció a un tal Dr. José María Peña, quien
fue subdividiendo la propiedad, quedando este espacio que se transformó en una
pequeña, "mínima”, casa.
Mide sólo
2,5 metros de frente y tiene 13 metros
de profundidad. Sobre su fachada sobresale una puertita de madera pintada de
verde con una tranca de hierro, mientras que por encima asoma un balcón con
barrotes verticales de hierro, desde donde se esconde una ventana de dos hojas
simétricas. El revoque descascarado revela en algunos sectores el alma de
ladrillos de su construcción original.
Alrededor de
1960, la casa fue comprada por un tal Silvio Bassi, quien devino en anticuario,
y en el principal propagador del mito de la "casa del esclavo
liberto", transformando así el lugar en un sitio de visita obligada para
todos los turistas atraídos hasta allí por la fama de la casa y por la
información errónea que transmitían los guías de turismo de la ciudad.
La Puerta Roja:
Ubicado en
la calle Chacabuco 733, este bar llama la atención por su falta de
exhibicionismo. La puerta de entrada, discreta, se abre una vez que se toca el
timbre, a la manera de los "speakeasy”, los bares clandestinos de la época de
la Ley Seca (años 20) en los EEUU.
Sin brillos,
se trata de una propuesta simple, esencial, despojada de artificios, que se transmite
exclusivamente por el boca a boca.
¿Clientes? Extranjeros
mezclados con porteños y algunos visitantes de otros barrios. Algunos llegan
temprano, otros siguen llegando hasta bien entrada la madrugada. Subiendo una
escalera se accede a la barra. No es necesario pedir la carta: una gran pizarra
tiene la lista de opciones.
El espacio
está dividido en tres partes: una sala con mesa de pool, la otra con dos mesas
circulares con sillones, y la tercera corresponde a la sección barra, a la que
se suman mesas bajas con banquetas y sillones. Están avisados: tocar y entrar
es la forma de acceso. Solo hay que esperar que abran la puerta.
Para más información: http://www.lapuertaroja.com.ar/