lunes, 28 de abril de 2014

Blow Up, ampliando nuestra realidad

Por Vizzor.

 “El fotógrafo de Blow up, que no es un filósofo, quiere ver las cosas más de cerca. Pero lo que sucede es que, al ampliarlas demasiado, el objeto se desintegra y desaparece. Por lo tanto, hay un momento en que asimos la realidad, pero este momento pasa. Este es en parte el significado de Blow up”. 
 M. Antonioni.


En 1966, el cineasta Michelangelo Antonioni decide adaptar el cuento “Las Babas del Diablo” de Julio Cortázar donde un fotógrafo descubre, a través de las ampliaciones (blow-ups en inglés) de sus fotografías, otra verdad de aquello que antes daba por cierto. 

Blow up nos enseña una época particular del movimiento pop y la cultura Carnaby Street que se vivía en aquél Londres moderno. En el film, nuestro fotógrafo (David Hemmings), aburrido y cansado del mundo insípido de la moda, busca inventarse como un artista serio mientras prepara un libro con fotos suyas sobre la ciudad. Es cuando al captar con su cámara a una enigmática pareja, registra un misterio -que no es otro más- que aquella vieja pregunta sobre lo real. 

La actriz Vanessa Redgrave evitando ser fotografiada por el protagonista.

Al ampliar las fotos, descubrirá un peligro, y luego un crimen que lo llevará a toparse con la realidad (a diferencia de aquella vida ilusoria en la que está inserto). El visionado de Blow Up, implica una reflexión sobre lo sucedido-observado y la ilusión de lo real; que tanto Cortázar como Antonioni nos invitan a preguntarnos. Esta idea de concebir al arte, sea literatura, fotografía o cine, nos recuerda aquella causa perdida que es tratar de dilucidar el verdadero enigma que somos. 

"Michel sabía que el fotógrafo opera siempre como una permutación de su manera personal de ver el mundo por otra que la cámara le impone insidiosa (ahora pasa una gran nube casi negra), pero no desconfiaba, sabedor de que le bastaba salir sin la Contax para recuperar el tono distraído, la visión sin encuadre, la luz sin diafragma ni I/250".


J. Cortázar, "Las Babas del Diablo".

 Blow Up ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el premio a la mejor película de la National Society of Film Critics y fue candidato al Oscar en las categorías Mejor Director y Mejor Guión Original.
 En el 2014, se cumplen 100 años del natalicio del escritor argentino Julio Cortázar, nacido en Bruselas.

Trailer del Film:



¡Esperamos verlos! Sábado 3 de Mayo, de 15-17hs. Lugar de Encuentro: Dorrego y Niceto Vega, a una cuadra de Av. Córdoba altura 5900.



Si venís en colectivo, te dejan cerca las líneas: 39-108-140-151-168.  Contacto BAO: 15 3024 1232 (Abril).

viernes, 25 de abril de 2014

Mafalda y 50 años de Historieta

Por Vizzor.

"No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí".
                                                                                                                             Julio Cortázar.


Joaquín Salvador Lavado (Quino) inauguró, en una entrevista pública, en el día de ayer, la 40ª Feria del Libro Internacional de Buenos Aires en el predio rural del barrio de Palermo. Se celebró el 50 aniversario del célebre personaje de Mafalda, reconocida internacionalmente como una obra maestra de la Historieta que ya ha tenido exposiciones tanto en Bs. As, como en Italia y Francia al comienzo de este año.

 A diferencia de lo que tradicionalmente se cree, Mafalda no se creó en 1964, sino un año antes: "En realidad Mafalda iba a ser una historieta para promocionar una nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield. La agencia Agnes Publicidad le encargó el trabajo a Miguel Brascó, pero como él tenía muchos compromisos, me lo pasó a mí. Esto fue en 1963. Pero la campaña nunca se hizo y las ocho tiras que dibujé quedaron guardadas en un cajón. Hasta que al año siguiente Julián Delgado, secretario de Redacción de "Primera Plana", me pidió una Historieta. Entonces rescaté esas tiras y bueno, ahí empezó todo".

 Al otro año, Julián Delgado, entonces Secretario de Redacción del Diario “Primera Plana” le encargó una historieta. Quino desempolvó aquellas tiras ya dibujadas con anterioridad; comenzando con una historia que al día de hoy se continúa escribiendo a pesar que su autor no la haya dibujado desde hace 40 años. Mafalda ha sido traducida a más de 20 idiomas, convirtiéndose en un referente cultural de nuestro país pero también emblema del período socio-político en el que nació aunque –irónicamente- como reconoce el mismo Quino al día de hoy: “el mundo repite siempre los mismos errores”.

 Acompañando nuestro 2do SAFARI URBANO (Audiovisual), estaremos visitando La Plaza Mafalda, en el barrio de Colegiales. Inaugurada allá por el ´94 y reconocida oficialmente en el 2005, aprovecharemos para sacar fotografías y grabar videos; nuestro humilde y pequeño homenaje para un personaje que la viñeta le quedó chica. 




¡Esperamos verlos! Sábado 3 de Mayo, de 15-17hs. Lugar de Encuentro: Dorrego y Niceto Vega, a una cuadra de Av. Córdoba altura 5900.

Si venís en colectivo, te dejan cerca las líneas: 39-108-140-151-168.  Contacto BAO: 15 3024 1232 (Abril).


jueves, 24 de abril de 2014

2do SAFARI URBANO-AUDIOVISUAL

¡Continúamos con el SAFARI URBANO! 2da salida Oficial de BAO por las calles porteñas.

 Luego de la grata experiencia compartida durante el 1er SAFARI queremos agradecer a aquellos Aventureros quiénes no dudaron en ponerse los cortos, limpiar sus lentes y salir con nosotros en esta nueva iniciativa de Bao por retratar nuestra ciudad. Por eso mismo ¡les queremos proponer re-encontrarnos este próximo Sábado 3 de Mayo en el Mercado de Pulgas!. 

 Así es, ¿por qué pregunta usted? Bueno, aún nos queda mucho terreno por cubrir, lugares por conocer, zapatillas por gastar, bronceador por usar… bue, se entiende. Esta nueva etapa de BAO propone unir personas; que más allá de su profesión, ocupación, oficio, gusto por sombreros exóticos, lugares donde tenga prohibida la entrada, deudas pendientes por pagar y demás contratiempos; profesen el mismo interés y pasión por la cultura Audiovisual. 

 Esta ciudad salvaje muchas veces nos condena a la pasividad mientras la vida pasa, sucede; por lo tanto buscamos que puedas capturar dicho instante que sólo tu sensibilidad personal nos revelará. Testimonios de una ciudad que espera ser descubierta; así que mientras la Jungla duerme, nosotros -cansados de esperar- salimos a su encuentro, esperando cazar imágenes y seguir transmitiendo nuestra filosofía independiente. 

 ¡Prestad atención bienaventurados que osaís acompañarnos! Quizás debas viajar largas distancias, soportar altas temperaturas, regatear precios, ingerir buena cantidad de líquidos, (probablemente alguna fruta también), eludir negativas, desafiar espacios, dejar de lado convenciones, romper con las cadenas de la rutina…y, ¿se me fue la mano? Pero, sí-sí entiendo, está bien, con esa actitud supongo que tampoco habrá sanguchitos esta vez, ¿no? Me lo suponía. 

 ¡Esperamos verlos! Sábado 3 de Mayo, de 15-17hs. Lugar de Encuentro: Dorrego y Niceto Vega, a una cuadra de Av. Córdoba altura 5900.


Si venís en colectivo, te dejan cerca las líneas: 39-108-140-151-168.  Contacto BAO: 15 3024 1232 (Abril).





Fe de errata: Ya no nos disculpamos más por nuestro Redactor, no creemos en las causas perdidas aunque en reiteradas ocasiones procuramos perderlo, sin suerte alguna –como habrá notado- pero no "perdemos" la esperanza tampoco. Nuestro compromiso es consecuente. (Jefe Editorial de BAO).

“Fedora” y el miedo a no ser


 
Por Raoul Duke
Para finales de los años setenta, la estrella del veterano director y guionista Billy Wilder se estaba apagando. Sus proyectos no conseguían financiación y, lo que es peor, no despertaban el interés de (casi) nadie. Atrás habían quedado épocas de gloria, cuando su nombre era asociado a realizaciones de originalidad y excelencia como El Crepúsculo de los Dioses (1950), La comezón del séptimo año (1955) o El Apartamento (1960), sólo por citar algunas. En ese contexto Fedora (1978), que a la postre resultaría su última producción, bien podría interpretarse como una descarnada reflexión acerca de la fama, la vanidad, el paso del tiempo y sus consecuencias y, porque no, la muerte entendida como símbolo trágico y mordaz.
La versión restaurada que se exhibió en la última edición del BAFICI, es una oportunidad para revalorar a la distancia un film que en su momento fue masacrado por la crítica, el público y hasta su director, que quedó descontento con el corte final, la nula difusión del estudio y algunas actuaciones (Marthe Keller, Fedora). En definitiva, desahuciado por una película que, pese a estar muy bien narrada, no logró complacer y seducir como antaño al público, esos vampiros callados.

                                                                           Acá mando yoWilder, el genio detrás de la cámara  

El escenario elegido para abrir y cerrar la historia es el mismo: un funeral. A quien velan es a la propia Fedora, que yace impecable en un ataúd visitado por decenas de personas que se acercan a despedir a una de las más fulgurantes y hermosas actrices del Hollywood clásico. Entre ellas, sobresale un hombre elegante y algo mayor (William Holden) que rumia entorno al cuerpo preguntándose si los hechos acaecidos durante la última semana no habían conducido inexorablemente a ese desenlace, con él mismo como responsable.
 
Se hace una pausa y el tiempo, se intuye, retrocede unos días. Un productor de cine (Holden) está buscando desesperadamente a Fedora, que vive recluida y retirada en una pequeña isla griega. Su deseo es entregarle el guión para una nueva versión de Anna Karenina (de Tolstoi) que desea llevar a la pantalla, pese a estar prácticamente en quiebra (primer guiño de Wilder).

Todo lo que envuelve a la actriz está cargado de misterio y secretismo. El acceso a ella parece vedado por quienes la rodean y es poco lo que puede averiguarse. Sin embargo, una sorpresiva e inesperada invitación a su casona-escondite, termina transformándose en la puerta de entrada al verdadero mundo de Fedora. El productor es recibido por una extraña y aristocrática Condesa, que le da a entender las razones, aparentes, del porqué de su reclusión y alejamiento de la pantalla.




Apelando al recurso de los flashbacks, utilizados en numerosas ocasiones para serpentear por distintos momentos en la carrera de Fedora, el vínculo entre los protagonistas se va linkeando al compás de un rompecabezas que es reconstruido a pedazos; pero sirven también como excusa para representar un cine -el de Wilder- que ya a esa altura descansaba en paz (otro guiño).

Con una alta dosis de cinismo y desfachatez, lo que el director refleja de forma tajante y elaborada a través de Fedora, son los peligros que subyacen en la obsesión por la “juventud eterna”, y lo caro que puede llegar a pagarse un error. El develamiento de que toda apariencia es engañosa y que la decadencia no es sino sinónimo de desintegración, olvido y muerte, son las cartas que Wilder enseñó al mundo en su última mano.


jueves, 10 de abril de 2014

Aquel Abrazo del Alma...





Por Raoul Duke
Semanas atrás, una conocida marca de gaseosas realizó una publicidad con la intención de evocar un momento único que definió toda una época. La tarde del 25 de junio de 1978, la selección argentina se consagraba campeona del mundo -por primera vez- tras vencer a Holanda en el tiempo suplementario 3 a 1. Sin embargo, todos bien sabemos hoy lo que significaba aquel triunfo para un país sumido en el más absoluto terror por una Junta Militar asesina que no disimulaba su interés en sacar provecho de cualquier acontecimiento masivo que le permitiera ganar -o reforzar- el apoyo popular.
Con la alegría desatada, y en medio del fervor generalizado de miles, millones de gargantas eufóricas que vitoreaban a sus héroes (los jugadores, claro) un hombre capturó en una imagen lo que ni videos, relatos o palabras iban a poder hacer.

Victor Dell Aquila perdió sus brazos cuando tenía 12 años, tras el accidente que había sufrido al prenderse sin querer de un cable de alta tensión mientras caía de un poste de luz en el que estaba trepado. Una vez recuperado, este niño que había soñado con ser jugador de fútbol, comenzó a seguir a su Boca querido de forma devota por todas las canchas en las que jugara. Su obsesión era traspasar los alambrados rotos cuando terminaban los partidos, sólo para estar un poco más cerca de sus ídolos.




El día de la final del Mundial en la cancha de River, Victor se prometió a si mismo repetir su costumbre, como diera lugar. En el momento exacto en que el árbitro levantó sus manos no dudó y saltó los metros que lo alejaban del césped. Corrió hasta el arco del Pato Fillol, pero se dio cuenta de que el partido en realidad seguía, sólo habían adicionado un minuto más. El arquero asombrado al verlo camuflado detrás de los palos le dijo: “¿Qué haces acá?” y Victor emocionado le respondió: “¡Lo mismo que vos! ¡Esperando a que se acabe para poder festejar con todos!”. Segundos después el pitazo decretó el final y la lluvia copiosa de papelitos celestes y blancos se hizo interminable, inundando todo el estadio. Victor entonces corrió y corrió tratando de no perderse nada. Cuando vio a Tarantini y Fillol arrodillados enlazándose en un eterno abrazo, detuvo su marcha y se acercó a ellos con sigilo. Al hacerlo, las mangas de su suéter se fueron para adelante por la inercia del movimiento, simulando un contacto que no era posible.

El destino o el oportunismo quisieron que ese instante quedara registrado para siempre. Ricardo Osvaldo Alfieri, fotógrafo de El Gráfico, estaba atento a la escena y por eso pudo capturarla de manera magistral. Puro olfato artístico. Cuando volvió a la redacción esa tarde, nadie tuvo dudas respecto de cuál sería la tapa del día siguiente. Esa fotografía era la imagen viva de la Argentina, mutilada por la dictadura, cortada en dos por las desapariciones, y ahora unida en un abrazo victorioso que intentaba dejar lo peor atrás. Se tituló apropiadamente “El abrazo del Alma” y fue adoptada por todos, aquí y en el exterior, como el fiel retrato de lo que significó ese campeonato del mundo en términos de fantasía y reconciliación.




Shield of Straw, el escudo de Paja de nuestra Moral

Takao Ohsawa y Tatsuya Fujiwara, los actores que encarnan las dos fuerzas opuestas en el film.

Por Vizzor.

 El emblemático y polémico cineasta japonés Takashi Miike debe de ser probablemente el director más ecléctico, innovador, impactante y original de las últimas décadas. El hombre es un alquimista, manipula los géneros a su antojo: para los puristas o conservadores “deforma” sus estructuras; para los amantes del género les otorga nueva vida; y para aquellos que buscan apostarle a un relato crudo, honesto y despojado de moralejas (léase sub-ideologías) lo respaldan en su haber, films como la terrorífica Audition (y sus respectivas colaboraciones, para 3 Extremes llamado Box, e Imprint para Masters of Horrors), la violenta trilogía de Yakuzas bautizada Dead or Alive, la inclasificable y morbosa Visitor Q, las delirantes Ichi the Killer y Gozu, o sus superproducciones más recientes 13 asesinos o Hara-Kiri, que gozan de una estética impresionante y son descendientes de una larga tradición japonesa de films Samurais (la referencia directa a Kurosawa es inevitable).

 El film en cuestión se llama Wara no Tate (Shield of Straw), y parte de un concepto muy interesante, un asesino-pedófilo se ha dado a la fuga mientras un anciano millonario y abuelo de una de las víctimas decide ponerle precio a su cabeza. Ofreciendo –a través de la manipulación monetaria de los medios de comunicación-una suma realmente elevada a quién acepte ejecutar a este hombre y luego entregarse a la justicia. La policía reúne a un equipo de cuatro personas para custodiar al convicto y trasladarlo así al otro lado de la ciudad para ser juzgado. Sin embargo sabemos y esperamos, todo saldrá mal. No pude evitar recordar dos films, el primero protagonizado y dirigido por Clint Eastwood, llamado The Gauntlet (1977) donde él mismo debe escoltar desde Las Vegas hasta Phoenix a una prostituta para testificar contra un mafioso; y que curiosamente comparte el mismo título en español con Shield of Straw que no es otro que “Ruta Suicida”. El segundo film es de Richard Donner (Los Goonies, Arma mortal) llamado 16 Calles (2006) protagonizado por un jovato Bruce Willis quién escolta al personaje de Mos Def hasta los tribunales sólo para encontrarse con policías corruptos que buscan eliminar a su testigo.



 Miike adaptó el film de una novela, sin embargo, el peso de las secuencias de acción y el ritmo frenético que nutren a este tipo de thrillers son exclusivamente moneda corriente en los “tours de force” yankees (que en muchos casos estamos podridos de ver). Aunque gracias a su puesta en escena logra que uno disfrute con las dosis de humor, gran tensión, y referencias estéticas deudoras del anime u otros thrillers. Un verosímil que fluctúa tanto como su registro y manejo del género a cada momento mientras atestiguamos como la paranoia experimentada debido al violento crescendo por parte de distintas personas que son seducidos por una “oferta inmoral del Capital” corroe las entrañas mismas de una sociedad, sus instituciones y supuesta moral.



 Acá entra en juego el personaje interpretado por Takao Ohsawa, quién –a diferencia del sheriff en los westerns norteamericanos, que es sinónimo del orden, en un sentido estrictamente conservador- se nos presenta como un hombre cuya moral es constantemente puesta sobre la balanza, al grado tal de confrontarse con su propia identidad; y con la realidad de un mundo corrupto que ha mostrado su lado más brutal. Finalmente el esfuerzo por sobrevivir a dicha responsabilidad social que recae sobre sus hombros (y el peso de las atrocidades generadas por el asesino), persigue –a mi entender- cierta lógica de la máxima de Kant.

 El conflicto ideológico y moral es evidenciado como foco central a partir del cual se estructura la trama. Este choque se escenifica con una óptica generacional arraigada en el hecho punitivo y eventual castigo donde se representa simbólicamente a través del protagonista y el millonario sediento de sangre (el individuo moderno versus el señor feudal). Un film sencillo en apariencia pero denso en postulados, que unifica tanto una reflexión social, un digno uso del género policial, y un goce estético intelectual. 

lunes, 7 de abril de 2014

Stray Dogs, Perros Callejeros y la importancia de la Mirada





Por Vizzor.


 Aprovechando el Bafici, fui a ver el film “Jiao You”, internacionalmente conocido como “Stray Dogs”, del director Tsai Ming Liang. La única película suya que había visto hasta entonces era La Nube Errante (2005); también conocida en España como El Sabor de la Sandía; logrando una fuerte, impactante y muy grata experiencia en mí como espectador. 

 Stray Dogs, no sólo es un film totalmente contemplativo, parece ir más profundo aún, una búsqueda sobre la esencia poética misma de Ming Liang. Quiero decir, el cine es tiempo, hay una lógica interna a cada plano (¿cuánto durará? ¿qué vemos?¿qué se nos narra?¿cuándo cortar el plano?) por lo general dada gracias a la acción y al montaje externo que imponen su respectiva autoridad; sin embargo en esta oportunidad ese no es el caso: aquella acción/es que en nuestra vida cotidiana no tendemos a prestar atención (quizás por cuestiones ligadas a nuestra percepción, subjetividades, y el ritmo de vida al que estamos acostumbrados), como puede ser la respiración de una persona durmiendo adquiere otro sentido que se retroalimenta tanto con la estética -a veces gracias a un estilo que nos remite a lo pictórico, en otras oportunidades dado por una gran belleza fotográfica- y aquél pequeño (gran) acto de observar.





 Aparentemente una persona orinando fue considerado -por parte del público presente- como un acto obsceno y no digno de hecho artístico, ¿problema ideológico acaso?  Dicha afirmación es válida pero no hace más que darle fuerza a la necesidad de haber sido registrado, plasmado en la pantalla, en la retina y nuestras consciencias. Es en esa línea donde Stray Dogs se planta y traza una línea moral al desnudarnos de sensaciones convencionales y prejuicios culturales. Sobrevivir en un mundo que nos enseña un modo de vida sólo para dejarnos sus sobras, y perpetuar el mismo vacío gracias a lo individual, la alienación y eventual angustia. 

 Antes de ingresar a la sala, un señor de cincuenta pirulos con cierto aire snob, quién cargaba un enorme vaso de gaseosa y gigantesco pochoclo (símbolo del consumo si los hay), se mostraba un tanto ansioso por entrar; y dicho sea de paso entró antes a la sala sin respetar la fila. Que contradicción, un film de estas características y el tipo con semejante tarro. No pude dejar de pensar al salir de la función, ¿Qué habrá hecho con tanto pochoclo? Porque el silencio dentro de la sala fue absoluto…




Stray Dogs fue la ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Venecia 2013.


 Volviendo al film, la fijeza de la cámara y la fuerza del encuadre reafirman la experiencia, nos enseña a mirar, así como el personaje principal interpretado por Lee Kang-Sheng observa la naturaleza; escapa de la locura urbana de una sociedad que solo tolera al hombre como objeto para el consumo; Tsai Ming Liang parecería estar susurrándonos que el mismo sentido poético que podemos encontrar estando frente a un río, lo podemos hallar en cada una de nuestras acciones rutinarias más básicas, que es sólo cuestión de “mirar”. La denuncia de un mundo injusto y tóxico, que se nutre de sueños ajenos, de niños viviendo en la calle, trabajos indignos, la invisibilidad del ser humano –del otro-, la imposibilidad del afecto son ahora testimonios ineludibles, y postales con vida propia. El despliegue del mundo presentado en este film es maravilloso y terrible, profundo y abismal, busca –creo yo- la acción por parte del espectador, aquella participación o vínculo entre las sensaciones que vivimos en la pantalla, y aquellas que nosotros –indudablemente- le proyectamos.

 Así que ya saben, si buscan un desafío como espectadores, esta obra lo brinda. Por el otro lado si buscas tu dosis de Pochoclo y ves Stray Dogs, probablemente tengas dos opciones, que dejes para siempre dicho hábito o termines haciendo como el señor -arriba- mencionado.



jueves, 3 de abril de 2014

Vacaciones en Marienbad


Lo que le pide, ya no es que reciba un mundo acabado completamente hecho, pleno, cerrado sobre sí mismo, 
sino que al contrario participe en una creación, que invente a su vez la obra- y el mundo-y aprenda así a inventar su propia vida”.

(Alain Robbe-Grillet, escritor y co-autor de Hace un año en Marienbad).



Por Vizzor.

 Falleció Alain Resnais a sus 91 años, el pasado 1ro de Marzo. Una terrible pérdida para el mundo del séptimo arte, un ícono de la modernidad cinematográfica y uno de los más virtuosos narradores que ha dado este arte. Dotado de un genio y sensibilidad poco usual, este gran cineasta continúo filmando hasta sus últimos días.

 Recuerdo con gran entusiasmo haber ido a ver Corazones (2007) estrenada primero durante una edición del BAFICI y quedar maravillado por el talento de este hombre. En 2009 estrenó Las hierbas salvajes y tres años más tarde llega al MARFICI (Festival de Mar del Plata) You ain´t seen nothing yet. Su última obra, Life of Riley, no llegó aún a nuestro país, fue seleccionada en Febrero de este año para la programación del Festival Internacional de Berlín. 

 Mi atracción por el arte de Resnais se funda en su concepción del hecho cinematográfico, el hecho fílmico en sí mismo y su-nuestra- manera de percibirlo. Me refiero puntualmente a tres momentos de su hacer: el carácter documental que presenta el cine (por su capacidad de representación), el hecho a comunicar o registro per se (sea ficción o no) y finalmente su mirada personal. Nos hace presente un hecho que ya tomó lugar (o no) en algún momento, pero ahora vuelve dentro de un discurso fílmico que percibe al tiempo como algo trágico, humano y con una fuerza estéticamente devastadora. Quiero decir, para este artista, el tiempo lo es todo, es hecho, es registro, es testimonio pero más importante es compromiso; haciendo énfasis especialmente en la memoria (y no en el mero recuerdo). Pensar en Noche y niebla (1955), su documental sobre el sistemático exterminio por parte de los Nazis durante la segunda guerra mundial, su política de terror y los campos de concentración, parecería ser una de las posibles respuestas al interrogante “¿es posible representar el horror luego de Auschwitz?”; sin caer en la banalización o la exhibición abyecta del hecho representado. El gran problema en este tipo de discurso artístico es el hecho estético-simbólico (su modo de representación) y por lo tanto es ineludible el debate dentro del plano ideológico (Films como La lista de Schlinder (1993) de S. Spielberg o La vida es bella (1997) de R. Benigni, se ubicarían en las antípodas de Noche y niebla).

Hiroshima Mon Amour es un film que se sumerge a la vez en el pasado, presente y también en el futuro. En él encontramos un sentimiento muy fuerte del futuro, y sobre todo de la angustia del futuro”.

(Eric Rohmer, cineasta, revista Cahiers du Cinema N°97, Julio de 1959).

 En 1959 debuta con Hiroshima Mon Amour, basado en la obra de Marguerite Duras, donde plantea esta vez la memoria como ejercicio estético, el tiempo y el cine, el distanciamiento emocional tanto de los personajes como del propio espectador, el documental y la ficción, la reflexión y el vacío, la imposibilidad de un romance y el horror de la guerra. Anclado en una búsqueda personal y artística, precursor de la Nouvelle Vague, influenciado por el existencialismo literario francés y  su colaboración con Alain Robbe-Grillet conciben una obra que podría ser la misma apoteosis del pensamiento fílmico de Resnais, Hace un año en Marienbad (1961). Se ha comentado la influencia de la novela “La Invención de Morel” de Bioy Casares sobre el desarrollo de este film, aunque Robbe-Grillet ha reconocido no basarse puntualmente en la obra del argentino pero si recordar “gente que baila, que pasea y que se baña en la pileta, como veraneantes instalados de hace tiempo en Los Teques o en Marienbad".

Resnais es un cubista. Quiero decir que es el primer cineasta moderno del cine sonoro”.

(Jacques Rivette, cineasta, revista Cahiers du Cinema N°97, Julio de 1959).


 Así nos invita Resnais al engima que es Marienbad, un laberinto donde la vuelta por cada pasillo es un fragmento extraído de algún recuerdo, alguna subjetividad no presente. Un interrogante lógico podría ser preguntarse ¿si aquella pareja efectivamente se conoció el año anterior en ese lugar o no? pero el conflicto acá no interesa, ni siquiera la respuesta. Los personajes parecerían existir en un presente perpetuo sin lugar para la memoria y los espectadores sin ningún recurso narrativo tradicional en donde refugiarse.



El trabajo del realizador ya no consiste en contar una historia, sino simplemente en hacer una película en la que el espectador descubrirá una historia. El verdadero sucesor del director de cine tradicional no es Resnais ni Robbe-Grillet, sino el espectador de Hace un ano en Marienbad”.

(André S. Labarthe, revista Cahiers du Cinema, n°123, Septiembre de 1961).


 Robbe-Grillet planteó que “el único personaje importante es el espectador; es en su cabeza que se desarrolla toda la historia, que es exactamente imaginada por él”. La relación generada con el espectador es totalmente activa, participativa, es adentrarse en un mundo ficcional o real, que como el cine mismo, solo se materializa para nuestros ojos, siempre y cuando podamos-queramos volver a él, este se nos (re)presentará como un desafío intelectual y artístico sobre lo real.

 Volver a ser espectadores de estos films no sólo es homenajear durante estos días a Alain Resnais, es hacerlo presente; a él como cineasta, su mundo y mirada. Así como también depositar nuestra esperanza en que nuevos espectadores vayamos a vacacionar pronto a Marienbad.

Stanley Kubrick y la Fotografía (2da parte)


Por Vizzor.

En 1949, Alex Singer realiza un documental- de 9 minutos- a partir de una serie de fotografías que Kubrick había realizado sobre un boxeador llamado Walter Cartier. La RKO le encarga entonces a Stanley hacer un segundo cortometraje llamado Flying Padre, 1951. Es en este período que empieza a manifestar su interés en dirigir películas.

 Por aquél entonces, la ley antimonopolio presiona a los estudios de Hollywood, apareciendo la explotación por fuera del circuito convencional, siendo Kubrick uno de aquellos pioneros tomando la iniciativa con Fear and Desire, 1953. Este film totalmente independiente (financiado por sus padres y la ayuda de un tío adinerado que sumó 9.000 dólares para la producción del proyecto), terminó contando con un equipo de hasta 14 personas. Fue el bautismo de fuego que Kubrick debió superar.





¿Cómo filmaba? Usaba una cámara que acababa de aprender a usarla…¡en el mismo momento que fueron a alquilarla! Su equipo había decidido filmar sin sonido para abaratar costos, pero paradójicamente el costo para la postproducción del sonido incrementó el presupuesto a 50.000 dólares. Eventualmente y después de tanto esfuerzo, logra estrenar comercialmente su film, haciendo que todos los críticos compartiéran la misma opinión "la fuerza de las imágenes logradas por Kubrick eran impresionantes". 

 Sin embargo para el inquieto genio que llegaría a realizar obras engimáticas como Odisea en el Espacio; en 1999 consideró a Fear and Desire como una película pésima, auto-reflexiva, fácilmente comprensible como esfuerzo intelectual pero de factura pobre e ineficaz según declaraciones dadas a la revista Entertainment Weekly.


La profesionalidad de Kubrick como fotógrafo debería resultar obvia para los aficionados. El director ha captado de manera artística destellos de grotescas actitudes respecto a la muerte, la ferocidad de los hombres hambrientos y su bestialidad, y, en una escena, el devastador efecto de la lujuria sobre un soldado adolescente digno de lástima y la chica inmovilizada a la que custodia”.


New York Times, 1 de Abril, 1953.

(continuará...)