jueves, 10 de abril de 2014

Shield of Straw, el escudo de Paja de nuestra Moral

Takao Ohsawa y Tatsuya Fujiwara, los actores que encarnan las dos fuerzas opuestas en el film.

Por Vizzor.

 El emblemático y polémico cineasta japonés Takashi Miike debe de ser probablemente el director más ecléctico, innovador, impactante y original de las últimas décadas. El hombre es un alquimista, manipula los géneros a su antojo: para los puristas o conservadores “deforma” sus estructuras; para los amantes del género les otorga nueva vida; y para aquellos que buscan apostarle a un relato crudo, honesto y despojado de moralejas (léase sub-ideologías) lo respaldan en su haber, films como la terrorífica Audition (y sus respectivas colaboraciones, para 3 Extremes llamado Box, e Imprint para Masters of Horrors), la violenta trilogía de Yakuzas bautizada Dead or Alive, la inclasificable y morbosa Visitor Q, las delirantes Ichi the Killer y Gozu, o sus superproducciones más recientes 13 asesinos o Hara-Kiri, que gozan de una estética impresionante y son descendientes de una larga tradición japonesa de films Samurais (la referencia directa a Kurosawa es inevitable).

 El film en cuestión se llama Wara no Tate (Shield of Straw), y parte de un concepto muy interesante, un asesino-pedófilo se ha dado a la fuga mientras un anciano millonario y abuelo de una de las víctimas decide ponerle precio a su cabeza. Ofreciendo –a través de la manipulación monetaria de los medios de comunicación-una suma realmente elevada a quién acepte ejecutar a este hombre y luego entregarse a la justicia. La policía reúne a un equipo de cuatro personas para custodiar al convicto y trasladarlo así al otro lado de la ciudad para ser juzgado. Sin embargo sabemos y esperamos, todo saldrá mal. No pude evitar recordar dos films, el primero protagonizado y dirigido por Clint Eastwood, llamado The Gauntlet (1977) donde él mismo debe escoltar desde Las Vegas hasta Phoenix a una prostituta para testificar contra un mafioso; y que curiosamente comparte el mismo título en español con Shield of Straw que no es otro que “Ruta Suicida”. El segundo film es de Richard Donner (Los Goonies, Arma mortal) llamado 16 Calles (2006) protagonizado por un jovato Bruce Willis quién escolta al personaje de Mos Def hasta los tribunales sólo para encontrarse con policías corruptos que buscan eliminar a su testigo.



 Miike adaptó el film de una novela, sin embargo, el peso de las secuencias de acción y el ritmo frenético que nutren a este tipo de thrillers son exclusivamente moneda corriente en los “tours de force” yankees (que en muchos casos estamos podridos de ver). Aunque gracias a su puesta en escena logra que uno disfrute con las dosis de humor, gran tensión, y referencias estéticas deudoras del anime u otros thrillers. Un verosímil que fluctúa tanto como su registro y manejo del género a cada momento mientras atestiguamos como la paranoia experimentada debido al violento crescendo por parte de distintas personas que son seducidos por una “oferta inmoral del Capital” corroe las entrañas mismas de una sociedad, sus instituciones y supuesta moral.



 Acá entra en juego el personaje interpretado por Takao Ohsawa, quién –a diferencia del sheriff en los westerns norteamericanos, que es sinónimo del orden, en un sentido estrictamente conservador- se nos presenta como un hombre cuya moral es constantemente puesta sobre la balanza, al grado tal de confrontarse con su propia identidad; y con la realidad de un mundo corrupto que ha mostrado su lado más brutal. Finalmente el esfuerzo por sobrevivir a dicha responsabilidad social que recae sobre sus hombros (y el peso de las atrocidades generadas por el asesino), persigue –a mi entender- cierta lógica de la máxima de Kant.

 El conflicto ideológico y moral es evidenciado como foco central a partir del cual se estructura la trama. Este choque se escenifica con una óptica generacional arraigada en el hecho punitivo y eventual castigo donde se representa simbólicamente a través del protagonista y el millonario sediento de sangre (el individuo moderno versus el señor feudal). Un film sencillo en apariencia pero denso en postulados, que unifica tanto una reflexión social, un digno uso del género policial, y un goce estético intelectual. 

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