jueves, 3 de abril de 2014

Vacaciones en Marienbad


Lo que le pide, ya no es que reciba un mundo acabado completamente hecho, pleno, cerrado sobre sí mismo, 
sino que al contrario participe en una creación, que invente a su vez la obra- y el mundo-y aprenda así a inventar su propia vida”.

(Alain Robbe-Grillet, escritor y co-autor de Hace un año en Marienbad).



Por Vizzor.

 Falleció Alain Resnais a sus 91 años, el pasado 1ro de Marzo. Una terrible pérdida para el mundo del séptimo arte, un ícono de la modernidad cinematográfica y uno de los más virtuosos narradores que ha dado este arte. Dotado de un genio y sensibilidad poco usual, este gran cineasta continúo filmando hasta sus últimos días.

 Recuerdo con gran entusiasmo haber ido a ver Corazones (2007) estrenada primero durante una edición del BAFICI y quedar maravillado por el talento de este hombre. En 2009 estrenó Las hierbas salvajes y tres años más tarde llega al MARFICI (Festival de Mar del Plata) You ain´t seen nothing yet. Su última obra, Life of Riley, no llegó aún a nuestro país, fue seleccionada en Febrero de este año para la programación del Festival Internacional de Berlín. 

 Mi atracción por el arte de Resnais se funda en su concepción del hecho cinematográfico, el hecho fílmico en sí mismo y su-nuestra- manera de percibirlo. Me refiero puntualmente a tres momentos de su hacer: el carácter documental que presenta el cine (por su capacidad de representación), el hecho a comunicar o registro per se (sea ficción o no) y finalmente su mirada personal. Nos hace presente un hecho que ya tomó lugar (o no) en algún momento, pero ahora vuelve dentro de un discurso fílmico que percibe al tiempo como algo trágico, humano y con una fuerza estéticamente devastadora. Quiero decir, para este artista, el tiempo lo es todo, es hecho, es registro, es testimonio pero más importante es compromiso; haciendo énfasis especialmente en la memoria (y no en el mero recuerdo). Pensar en Noche y niebla (1955), su documental sobre el sistemático exterminio por parte de los Nazis durante la segunda guerra mundial, su política de terror y los campos de concentración, parecería ser una de las posibles respuestas al interrogante “¿es posible representar el horror luego de Auschwitz?”; sin caer en la banalización o la exhibición abyecta del hecho representado. El gran problema en este tipo de discurso artístico es el hecho estético-simbólico (su modo de representación) y por lo tanto es ineludible el debate dentro del plano ideológico (Films como La lista de Schlinder (1993) de S. Spielberg o La vida es bella (1997) de R. Benigni, se ubicarían en las antípodas de Noche y niebla).

Hiroshima Mon Amour es un film que se sumerge a la vez en el pasado, presente y también en el futuro. En él encontramos un sentimiento muy fuerte del futuro, y sobre todo de la angustia del futuro”.

(Eric Rohmer, cineasta, revista Cahiers du Cinema N°97, Julio de 1959).

 En 1959 debuta con Hiroshima Mon Amour, basado en la obra de Marguerite Duras, donde plantea esta vez la memoria como ejercicio estético, el tiempo y el cine, el distanciamiento emocional tanto de los personajes como del propio espectador, el documental y la ficción, la reflexión y el vacío, la imposibilidad de un romance y el horror de la guerra. Anclado en una búsqueda personal y artística, precursor de la Nouvelle Vague, influenciado por el existencialismo literario francés y  su colaboración con Alain Robbe-Grillet conciben una obra que podría ser la misma apoteosis del pensamiento fílmico de Resnais, Hace un año en Marienbad (1961). Se ha comentado la influencia de la novela “La Invención de Morel” de Bioy Casares sobre el desarrollo de este film, aunque Robbe-Grillet ha reconocido no basarse puntualmente en la obra del argentino pero si recordar “gente que baila, que pasea y que se baña en la pileta, como veraneantes instalados de hace tiempo en Los Teques o en Marienbad".

Resnais es un cubista. Quiero decir que es el primer cineasta moderno del cine sonoro”.

(Jacques Rivette, cineasta, revista Cahiers du Cinema N°97, Julio de 1959).


 Así nos invita Resnais al engima que es Marienbad, un laberinto donde la vuelta por cada pasillo es un fragmento extraído de algún recuerdo, alguna subjetividad no presente. Un interrogante lógico podría ser preguntarse ¿si aquella pareja efectivamente se conoció el año anterior en ese lugar o no? pero el conflicto acá no interesa, ni siquiera la respuesta. Los personajes parecerían existir en un presente perpetuo sin lugar para la memoria y los espectadores sin ningún recurso narrativo tradicional en donde refugiarse.



El trabajo del realizador ya no consiste en contar una historia, sino simplemente en hacer una película en la que el espectador descubrirá una historia. El verdadero sucesor del director de cine tradicional no es Resnais ni Robbe-Grillet, sino el espectador de Hace un ano en Marienbad”.

(André S. Labarthe, revista Cahiers du Cinema, n°123, Septiembre de 1961).


 Robbe-Grillet planteó que “el único personaje importante es el espectador; es en su cabeza que se desarrolla toda la historia, que es exactamente imaginada por él”. La relación generada con el espectador es totalmente activa, participativa, es adentrarse en un mundo ficcional o real, que como el cine mismo, solo se materializa para nuestros ojos, siempre y cuando podamos-queramos volver a él, este se nos (re)presentará como un desafío intelectual y artístico sobre lo real.

 Volver a ser espectadores de estos films no sólo es homenajear durante estos días a Alain Resnais, es hacerlo presente; a él como cineasta, su mundo y mirada. Así como también depositar nuestra esperanza en que nuevos espectadores vayamos a vacacionar pronto a Marienbad.

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